13 sept 2025

Panda Pops 'Bristol Fashion'


 

A1-. Pillar Box   listen / download

B1-. Tramway    listen / download

B2-. Star    listen / download


año: 1992

sello: Elefant Rds.

referencia: ER-103


Por diversas circunstancias, en estos últimos días han aparecido en conversaciones con colegas y amigos los nombres de los capos de dos de los sellos más importantes del indie pop nacional, Luis Elefant y Mateo Siesta. El primero por su sorprendente y merecido pregón en las fiestas de su pueblo (Bembibre) de lo cual me alegro enormemente y el segundo por el despertar de su letargo y comenzar a aparecer en redes sociales repasando algunos de los discos embláticos del perezoso sello.

Los que me conocéis ya sabéis el cariño y aprecio que le tengo a ambos por todo lo vivido en aquellos intensos primeros 90s, una época en la que las redes sociales eran suplidas por un contacto directo con todos aquellos que formaron parte de esa escena emergente. Reuniones, cenas, cubeteos, conciertos, películas, paseos, fiestas... hacían que el trato con ellos fuese muy cercano y directo y se llegase conocer muy bien a cada uno de ellos. Pese al caracter aparentemente introvertido y serio de Luis, fue con el que tuve trato más estrecho y cercano, era una persona muy transparente, pasional, que dejaba ver sus inquietudes, sus proyetos, sus gustos y compartía todo aquello que le llegaba que no era poco. Sin embargo Mateo que parecía más divertido y abierto, resultaba más opaco e imprevisible en todo lo que le rodeaba, vivía un poco al margen de todo lo que se movía a su alrededor y se centraba más en sus proyectos. Con sus diferentes características, lo que a ambos les unía era su pasión por la música y en concreto por el indie pop británico mayoritariamente. Mateo llegó a Madrid siendo un enamorado de Sarah Records, aparte de todos los clásicos previos como New Order o Wedding Present por poner dos ejemplos. Luis disfrutaba más con grupos más saltarines y acelerados como Talulah Gosh o los Haywains y también llevaba en la mochila su pasado más punk y siniestro. Amaban (aman) la música y es su vida, compartían su amor por los mismos grupos aunque luego en sus respectivos sellos tomaran caminos diferentes.

Mientras Luis ya empezaba a moverse con fanzines, maquetas y conciertos a finales de los 80, Mateo comenzó su aventura discográfica un poco más tarde, ya entrados los 90. Las primeras referecias de ambos sellos son bastante similares en lo musical, grupos internacionales que despuntaban en el panorama del indie pop, mezclado con grupos nacionales emergentes que seguían esa estela. Aún así siempre hubo diferencias entre ambos, mientras Elefant era más directo, más pasional, más atropellado, Siesta era más meticuloso, metódico y detallista. A Elefant llegaba una maqueta cualquiera y si le gustaba, no dudaba en sacar un 7" rapidamente, quizá no pulía demasiado el producto, eran canciones en bruto y los diseños eran todo lo DIY que se suponía de aquellos años de letraset y fotocopias. Siesta dedicaba más tiempo a la elaboración del producto, se aseguraba de que tanto el sonido como la presentación estuviese a la altura. Al haber dos sellos de similares características, a veces resultaba confuso qué banda iba a cada sello, Moving Pictures quizá pegaban más en Elefant o Le Mans se acercaba más al estilo Siesta pero por circunstancias puntuales iban a uno u otro sello. Yo escuché la primera maqueta de La Buena Vida con Luis y la verdad es que sonaba a rayos y sin embargo Mateo vio el potencial y les sacó en cuanto pudo un primer single, el resto es historia. Fuera como fuese, ambos tenían esa ilusión y energía para sacar discos y dar a conocer todos esos grupos que empezaban a salir como setas. Hablo de los 90, ya a finales de siglo Siesta dio un volantazo hacia sonidos más exquisitos, elaborados, misteriosos y elitistas mientras Elefant resultó un pequeño cajón de sastre donde se podía encontrar algo de lo que publicaba al principio junto con cosas más comerciales, alguna apuesta más arriesgada y dando muchas oportunidades a grupos muy jovenes. Yo esa epoca (los últimos 25 años) ya no los he vivido con la misma intensidad.

Lo que les une hoy en este post, es el single de Panda Pops, tercera referencia de paquidérmico sello publicado en 1992 y que coincidió en el tiempo con el single de debut del sello dormilón protagonizado por Tramway, grupo que surgió de las cenizas de Panda Pops y que casualmente se presentó en el concierto de debút en Madrid de La Buena Vida en el Siroco. He de decir que jamás he visto tanta maqueta de grupos independientes como las que he visto en casa de Luis, intercambiaba con un montón de gente, escribía a todos los grupos, compraba todos los fanzines, era incansable, siempre en busca de esa canción que le emocionase o impactase. Eso debió pasar con Panda Pops a los que, ya llamándose Tramway y grabando para Sarah Records, les pidió unas canciones para publicarles un single póstumo, el single del que hoy hablo.

Con el típico diseño de la portada de trazos rectos y geométricos habitual en los posteriores discos de Tramway, con esa maquetación con Letraset (impresionante también la colección de letraset que tenía), el primigenio y precioso logo del elefante, la mítica dirección postal de la casa de sus padres en Bembibre y cargado de una enorme dosis de cariño e ilusión, salió a la venta este disco en el año olímpico. Se trata de una canción de su maqueta y dos temas en directo. La cara A muestra lo que caracteriza a muchos de los grupos que grabaron para Sarah Records, canciones lánguidas, melancólicas y perfectas para esas tardes otoñales grises. En esta ocasión con el curioso inicio de la megafonía sonando en una estación de tren que podría ser la preciosa estación de Brsitol. Utilizan una fórmula que hemos visto en grupos como The Sea Urchins, Blueboy, Sweetest Ache o Brighter. La cara B esá grabada en directo en el 89 y entre las conversaciones del público se abre paso la actitud sosegada e intimista del grupo de Bristol, la canción Tramway parece grabada a 25rpm, ninguna nota se sale del guión marcado, la voz de Chris marca el ritmo y parece ir frenando todo el rato a los demás. Cierra el 7" Star, mi canción favorita, donde aceleran un poco el paso lo cual hace que la canción apenas dure un par de minutos. Dos minutos exquisitos, elegantes y encantadores. Un precioso legado en forma de 7" que no mucha gente recuerda ni reivindica.

Lo siguiente ya fue el mencionado single de debut de Tramway en Siesta (que ya comenté aquí en 2010) tras sus dos primeros singles en Sarah Records y un posterior precioso 10" donde el sonido dista bastante de sus primeros trabajos al incorporar una protagonista farfisa y unas melodías más alegres y coloridas. 

Sirva este post como homenaje a estos dos grandes referentes de la música independiente en España.


7 sept 2025

Cracker 'Teen Angst (What the World Needs Now)



A1-. Teen Angst (What the World Neds Now) (Edit)   listen / download

B1-. Can I TAke my Gun to Heaven   listen / download

 

año: 1992

sello: Virgin Rds.

referencia: VUS 61 


Tiendas de discos. Otrora paraísos terrenales, actualmente una lotería que puede salir una vez cara y diez cruz. Probablemente es el lugar donde más a gusto me siento estando fuera de casa. Un lugar donde generalmente me gusta ir solo, a mi bola, sin prisas, aunque también disfruto en compañía, sobre todo si es con alguien tan apasionado como yo. Desde los días en que sólo puedo pasarme a mirar 5 minutos hasta las mañanas que me tiro 3 horas, las tiendas en las que reviso uno por uno todos sus discos hasta las que me paro unicamente en las 'cubetas clave',  las que tienen los discos tan apretados que cuesta hacer un hueco de medio centímetro para meter el dedo hasta las modernas y espaciosas con espacio de sobra, las que abandonan a su suerte a los discos de segunda mano y acabas con los dedos negros hasta las que los cuidan con mimo y los meten en sus funditas de plástico, las de pasillos estrechos y cubetas tiradas en el suelo donde cada vez sufre más mi maltrecha espalda o las de cómodos expositores que no auguran una buena pesca, TODAS me gustan y lo que es más importante, en todas ellas pienso que voy a encontrar ESE disco que llevo toda la vida buscando o aquel otro que es muy cotizado y sueño con encontrarme por unas pocas monedas.

Al igual que yo, supongo que muchos de vosotros lo primero que hacéis cuando salís de vacaciones o fin de semana fuera de vuestra ciudad o país, es mirar si hay alguna tienda de discos allí, dónde está y qué tal pinta tiene. Ya habrá tiempo de mirar si hay algún museo o monumento interesante, el tiempo que va a hacer, si hay algún evento o actividad esos días, lo más importante es saber a qué distancia del hotel está la tienda de discos más cercana, el horario (no vaya a ser que sea de esas que no abre todos los días o solo por las tardes) y adaptar un día o varios para visitarlas. Esa emoción de descubrir una nueva tienda para mi no tiene precio, conozco al dedillo todas las tiendas de mi ciudad, Madrid, sus costumbres, sus precios, a los dueños, lo que puedo esperar de ellas y en las que sé que es probable que me encuentre algo, pero ¿y cuando viajo a otra ciudad y entro en una tienda desconocida? esa sensación es difícil de explicar. Primero se hace un escaneo rápido de la distribución de la tienda, cómo tiene ordenados/colocados los discos, dependiendo del tiempo de que disponga, decidir qué parte o sección me puedo saltar y también como de extensa es la sección de saldos que es dónde más tiempo se puede perder. Una vez hecho eso, ya comienzo a mover los dedos desesperado antes casi de avalanzarme sobre la cubeta, los primeros discos en visualizar ya pueden dar una idea de lo que me puedo encontrar y salvo que sea algo muy obvio, me cuesta coger un primer disco hasta no ver qué más hay. Luego está el caso de mi amigo Carlos que es al contrario, va cogiendo todos los que le llaman la atención por un motivo u otro y ya al final antes de irnos, decide cual comprar y cual dejar. Por lo general, cuando viajo, me gusta compra algún disco en las tiendas que visito salvo que sea muy claro que nada merece la pena. También es cierto que dada mi situación actual de falta de espacio físico en casa y el desorbitado precio de los discos, llevo una temporada siendo más austero.

Todo esto viene al caso para comentar el último disco que ha entrado en casa, no fue en una de esas tiendas de discos que visité este verano (en Viena y Budapest), fue a la vuelta cuando con pocas esperanzas me pasé por La Metralleta con mi amigo Carlos con la única intención de vernos, charlar un rato y tomarnos una cervecita. Sorprendentemente, y más siendo pleno Agosto, encontré la tienda con algunas sorpresas agradables (reconozco que ya me conformo con poco) entre tanta reedición a 30€ y discos inflados de precio sin nigún sentido. Antes solía rebuscar mucho en las cubetas de singles a 1€ pero es cierto que la renovación de dichos 7" es cada vez más escasa y muchos van quedando pegados como musgo en las piedras, como esos discos de Los Tres Sudamericanos o Pablo Abraira que nadie quiere ya. En otra época me encargaba yo de 'despegarlos' y llevarlos a mi casa para mi 'colección B' de discos chochis, petardos o como queráis llamarlos. Pero mi estantería y mi (sub)consciente ha dicho basta, ya no quiero más basura en casa, basta ya de almacenar más discos que sólo quiero por hacer la gracia. Dicho esto, acompañé a Carlos en su tarea de rebuscar entre la mierda, él sentado en el suelo, yo en la banquetita de abuelo, sin mucha esperanza de encontrar nada. Sin embargo, entre tanto disco con la portada destrozada, singles que no le hacen gracia ni a mi madre, reliquias que seguro que llevan más de 5 años sintiendo los dedos negros de buscadores compulsivos como nosotros, encontré una portada reluciente, en unas condiciones impolutas y con un vinilo probablemente virgen. El grupo era Cracker y se trataba de su primer single en la aventura de David Lowery tras la disolución de su anterior grupo, Camper Van Beethoven.

No he seguido la carrera de Cracker ni conozco sus canciones pero ese disco estaba pidiendo a gritos que le sacase de allí, rodeado que estaba de Luis Aguilé y La charanga del tío Honorio. Y eso hice como buen samaritano que soy. Ya tranquilamente en casa pude escucharlo y descubrir lo que me podía imaginar, un sonido típico de banda indie rock americana de los 90, todavía con alguna reminiscencia folk de su anterior etapa pero con un sonido rock adulto y a medio camino entre la escena alternativa y el mainstream. La canción titular está chula, pegadiza, un tanto chulesca y disfrutona, me recuerda un tanto a The Wonder Stuff con ese sonido macarrilla pero tierno a la vez. La cara B se muestra más pausada, como de rock fronterizo de noche de borrachera, esa canción que podría salir en una película en la que el protagonista apura su último whisky sentado solo en la barra del bar mientras la camarera le insta a que se marche ya, que mañana será otro día. Para haberme costado 2€, bastante contento estoy.

Pese a todo lo negativo que os he ido contando, seguiré amando las tiendas de discos, ni los tenderos bordes, ni los precios abusivos, ni la afluencia de gente desubicada que solo asoma por aquello de la moda del vinilo, conseguirán que me aleje de ellas. Quién sabe si algún día me encuentro con ese disco que jamás pensé ver allí. Por suerte o por desgracia y por diferentes motivos, mucha gente de mi quinta o un poco anterior se está deshaciendo de sus colecciones de discos y quién sabe que podré encontrar... pero de eso ya hablaré en otro momento.